Desafortunadamente bajo el régimen comunista en Europa del este, muchos fueron los animadores que corrieron esta suerte. Quisiera aquí dar a conocer, compartir lo que a través de la red es posible, el increíble trabajo del animador checo Vaclav Mergl, quien también fue censurado durante el comunismo; fue vetado durante 5 años a trabajar en animaciones, siendo el sistema el dueño de toda la producción quedó literalmente desempleado, luego fuera de los círculos de creación sus películas, que recibieron premios de los que se enteró años después que también recibieron “señores barbados” , archivadas por mucho tiempo.
En la actualidad, con 80 años se dedica a cultivar bonsai. Se han hecho retrospectivas en su honor, y algunos teóricos han dedicado algunos textos a reflexionar sobre su obra de gran profundidad filosófica, pero su desconocimiento sigue siendo injusto; carga la frustración de no haber podido seguir con su talento y es consciente de las fuerzas externas a él que se lo impidieron.
Pero la relación animación-régimen comunista es bastante paradójica, porque al mismo tiempo era una época dorada, en la que hubo muchísima producción y de muy buena calidad, el régimen tenia un monopolio que funcionaba perfectamente producción-distribución, donde el dinero circulaba y no había problemas para financiar un proyecto desde que no fuera por censura, había muchísimas personas que podían tranquilamente dedicarse a la animación porque los estudios ofrecían trabajo suficiente, era un oficio más, y bien reconocido, donde muchos encontraban una isla de bienestar dentro de la opresión imperante, ademas, la censura, en el caso de la animación no era tan drástica como lo era para los largometrajes de ficción y escapaban muchos detalles y críticas gracias al lenguaje metafórico y menos directo, lo que permitió que se filtraran muchas obras que de otra manera no hubieran sido financiadas por un productor contemporáneo. Un ejemplo claro de la otra cara de la paradoja es el caso del ruso Jurij Norstejn, quien a pesar de ser muy reconocido en el medio no ha podido terminar su animación “el abrigo” en gran parte por falta de financiación, y ese fue el drama con el que se encontraron muchos implicados en la producción de animaciones tras la caída del comunismo, ya tenían libertad pero no encontraban financiación para sus trabajos, o trabajo en el caso de los operarios; cayeron bajo la censura del dinero.