Resumen
«Un día, mi madre no respondía a las llamadas telefónicas, ni al timbre de la puerta. Así que hubo que forzar la chapa. Entré un poco aturdida y recorrí con un gran temor el penumbroso corredor que conducía a su habitación. Abrí la puerta y allí la encontré tirada en la cama a medio vestir. Me acerqué con dificultad, vi sus ojos cerrados y pensé que había muerto. Luego de un infinito instante, una tenue sonrisa me la devolvió. Este acontecimiento me suscitó una explosión interior; miles de recuerdos se agolparon en mi cabeza, la quietud se apoderó de mi cuerpo, no sabía qué hacer. Sentí que el tiempo se detenía mientras nuestras miradas se cruzaban.»